Dame ese veneno que no me mata...

Dame de beber norteña de tus montañas
a la sombra hermosa de tu cerro de la silla
solo unas gotas que de tus labios salgan
cuando bese con dulzura sobre tus mejillas.

Dame ese veneno que no me mata
en gotas de perlas claras de tu sudor
sabia de tus gemidos cuando me abrazas
gotas de dulce veneno de nuestro amor.

Dame ese veneno que consuela el alma
dorado como el piloncillo en su resplandor
aplaca mis pasiones con tu ardiente llama
apaga este fuego que arde, con tu fulgor.

Dame tus besos de rosas y fuego
que sienta tu veneno sobre mi piel
con pasión, lujuria y desenfreno
déjame rendido hasta el amanecer.

Muere lenta y cautiva entre mis brazos
y tu cuerpo se estremezca con mi pasión
que en tus ojos me encuentre por fin cautivo
y en tu alma se guarde mi corazón...

Ángel Reyes Burgos

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