A mi madre, mi orgullo.

Yo quisiera de nuevo de tu brazo
buscar las gardenias y buganvilias
reposar mi cabeza en tu regazo
y escuchar tus sonrisas en Sevilla.

Tomarte del brazo y ver ese orgullo
que me hacia sentir a tu lado especial
mirar la ternura que había en tus ojos,
yo quisiera que hubieras sido inmortal.
No imaginas el día que tu me faltaste
el dolor que se instaló en mi corazón
y ese día yo quise a ti seguirte
pues me quedé sin vida e ilusión.

Pero tu me enseñaste a ser fuerte
y a superar los dolores de la vida
y en tu caja cuando fui a besarte
enterré para siempre mis heridas...











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