De aquel hidalgo de cetrina y seca tez
y de heroico afán se conjetura
que en vísperas perpetuas de aventura,
no salio nunca de su biblioteca.
Yo que queriendo salir no me dejaba
mil deseos de libros y de escritura
me afanaba las horas en la lectura
hasta encorvarse la espalda desvencijada.
La crónica puntual que sus empeños
narra y sus tragicómicos desplantes
fue soñada por él, no por Cervantes,
y no es más que una crónica de sueños.
Y critican mi suerte poetas de antaño
por dejarme la vista en tan noble misión
cuando fui yo quien con mi ilusión
le di fuerza a mis letras sin ningún engaño.
Tal es también mi suerte Sé que hay algo
inmortal y esencial que he sepultado
en esa biblioteca del pasado
en que leí la historia del hidalgo.
Y tengo en mi orgullo escribir lo que siento
lucir en la biblioteca los sueños forjados
escrito quedaron con los ojos cansados,
las vivencias pasadas por mis pensamientos.
En negrita los versos de Borges.
Ángel Reyes Burgos
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